Coronavirus en la Argentina. Los últimos en cruzar la frontera: cómo viven la cuarentena los migrantes

Migración

Alejandra prefiere escribir. Dice que si habla, llora . Cuando decidió viajar a la Argentina, venía a cumplir el sueño de reunirse con su hija y poder vivir en mejores condiciones. En Venezuela quedaron sus hermanos, un sobrino y otros seres queridos. Dejar todo eso atrás no fue sencillo. Y una vez que consiguió instalarse y comenzar a trabajar, pasó lo inesperado: pandemia por el coronavirus, cuarentena y la crisis que afecta a todo el mundo. Como ella, miles de migrantes que llegaron al país en busca de una vida digna vieron sus sueños truncados y la situación es cada vez más complicada.

“Cuando mi hija me compró el pasaje, era todo muy bonito. Pero a los 15 días todo cambió y mi vida se volvió un tormento. Estoy luchando para volver a mi país”, cuenta Alejandra por mensaje de WhatsApp. Hoy vive en un albergue que consiguió gracias al padre Julio Villavicencio, quien está a cargo del Servicio Jesuita al Migrante (SJM).

“Particularmente en este contexto de la pandemia los migrantes son una población invisibilizada. Los programas del Gobierno no están contemplando la situación de muchos migrantes. Además no tienen una red social. Es decir, viven lo mismo que los argentinos de menores ingresos, pero se le suman otras carencias como la dificultad para recibir asistencia del Estado, el idioma, la falta de red”, sostiene Villavicencio. “Nosotros vemos la situación y asistimos con alimento en lo posible, hospedaje. Y también estamos viendo muchas situaciones de estrés y de violencia. Y trabajamos con otras organizaciones, nos vamos ayudando”, detalla.

Para Jonathan Paine, la situación también es difícil. Este hombre de 45 años, oriundo de Venezuela, atravesó varios obstáculos hasta lograr llegar a la Argentina junto a su esposa. Poco antes de emprender el viaje, falleció su hija de 19 años. Otros dos hijos, de 26 y 21, quedaron allá. Jonathan y su mujer se instalaron primero en Perú. Luego continuaron viaje. Una vez aquí, un primo les dio alojamiento. Diseñador gráfico y mecánico de motos, en principio trabajó en una cadena de kioscos. Después pudo retomar su trabajo de mecánico, pero la pandemia frenó todas sus posibilidades. “Nunca imaginé que viviríamos algo así. Es fuerte y triste. Me afecta muchísimo porque no puedo trabajar, no puedo producir, no puedo visitar clientes para reparación de motos. Vivo con los poquitos ahorros que me traje de Perú y lo poco que tienen también mis primos. Hemos recibido ayuda alimentaria, gracias a Dios, de parte del Gobierno y de un amigo de Argentina”, cuenta. Consultado sobre cómo ve el panorama actual, dice: “Es difícil y desesperante. Pero seguimos adelante dando lo mejor de cada uno de nosotros y sobre todo agradeciendo todo el apoyo y abrigo que Argentina nos está dando”.

Solidaridad colectiva

Nadie entiende mejor lo duro que es dejar la tierra propia -por el motivo que sea- para instalarse en un nuevo país, que alguien que ya tuvo que vivir esta experiencia. Tal vez sea ese sentimiento el que empuja a la solidaridad entre colectividades. Así, al menos, se manifiesta hoy en los barrios de Pilar, donde comunidades de distintas nacionalidades elaboran ollas populares para ayudar a aquellos migrantes que se encuentran en una situación particularmente difícil por la pandemia y la consecuente cuarentena.

 

Ollas populares: así se ayudan entre sí las diferentes comunidades migrantes de la Argentina

“Un amigo carpintero me contó que, por la cuarentena, no podía trabajar y no tenía ni para comprar azúcar para el mate. Me pidió ayuda, como tengo la verdulería… Me dijo que después me pagaba. Le dije: ‘No hay problema, te doy una mano ahora. Algún día me faltará algo y vos tendrás la voluntad de devolverme la ayudita'”, cuenta Yair Nelson Coronado Chacón, de 31 años, miembro de la comunidad boliviana que vive en Pilar.

“Lo fui a ver, le llevé un surtido de frutas y verduras y le pregunté cómo estaba la gente en el barrio. Me dijo que muy mal. Que una amiga estaba cocinando para los abuelos y les llevaba la comida a sus casas. Pensé ‘qué mujer de gran corazón'”, dice Coronado. Y así fue como conoció a Lourdes “Luli” Vargas, miembro de la comunidad paraguaya. “Justo la agarramos con las ‘manos en la masa’, preparando chocolatada para los chicos. La gente venía con la botellita. La cargaban y se iban a las casas. Es increíble la solidaridad de esta señora. Nos sentamos a charlar. Le dije que le iba a colaborar, le llevé una bolsa de papa, cebolla, calabaza para que cocine. Y sigo colaborando”, detalla el joven. De allí surgió la idea de invitar a sus compatriotas a sumarse a la acción solidaria y hoy ambas comunidades desarrollan ollas populares en barrios carenciados de Pilar. “Ver a la gente cómo le cambia la cara porque se llevan el tuppercito con la comida a la casa es increíble. Les cambia la cara de preocupación que les ves en la fila. Saber que con un tuppercito les cambiamos el día es muy lindo”, dice Coronado.

Luli Vargas hace relevamiento de datos para enviarle al consulado paraguayo, de donde espera recibir ayuda para sus compatriotas en la Argentina. Mientras tanto, se encarga de las ollas populares móviles. “Recibimos mucho apoyo de los vecinos porque hay honestidad y compromiso en todos los que estamos en esta ayuda solidaria”, cuenta.

Conseguir trabajo y alimento en cuarentena es especialmente complejo para los migrantes

La escena se repite en varias zonas de la provincia de Buenos Aires, donde diferentes colectividades se organizan para ayudar a migrantes que ven sus posibilidades aún más restringidas debido a la emergencia sanitaria y sus consecuencias en el mercado laboral. “Hoy, para quienes recorremos los barrios donde el aislamiento pone en jaque la subsistencia de millones de familias, es común ver las manos de inmigrantes que preparan, cortan o sirven alimento a sus vecinos en las diferentes ollas populares, como expresión colectiva de resistencia y solidaridad”, explica Gonzalo Lantarón, especialista en temas de inmigración y refugio que se desempaña como director de Migrantes y Pluralismo Cultural del municipio bonaerense de Pilar.

Luli Vargas, oriunda de Paraguay, organiza ollas populares y donación de ropa para las personas con más necesidades en los barrios de Pilar

Trámites y ayuda

Uno de los principales obstáculos con los que se encuentra una persona que ingresa a un país es la necesidad urgente de regularizar su situación para poder conseguir trabajo. Cuando se estableció el aislamiento social obligatorio en la Argentina, surgió la necesidad de facilitar el trámite de la residencia precaria para aquellos migrantes que ingresaron poco antes del cierre de fronteras.

Por eso, desde el Gobierno se decidió posibilitar que el trámite se haga de manera digital. Esto permitió regularizar la situación de todo un flujo de inmigrantes recién llegados, provenientes sobre todo de Venezuela.

Jonathan Paine llegó con su esposa desde Venezuela y la cuarentena dificulta su posibilidad de trabajar

“Sin dudas el Covid-19, tanto de manera directa como a través de las medidas de contingencia tomadas por los distintos países, impacta de un modo más intenso en las personas migrantes”, dice a LA NACION Gabriela Fernández, jefa de Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Argentina

“La ausencia de redes sociales de contención, las barreras lingüísticas en algunos casos y las dificultades administrativas configuran problemáticas específicas”, detalla, y añade que en estos colectivos hay una fuerte incidencia del trabajo informal o precario. “Desde OIM Argentina y junto a diversas organizaciones de migrantes y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación hemos llevado a cabo relevamientos para conocer las necesidades concretas y, en alianza con la Cruz Roja Argentina, hemos realizado una campaña de distribución de alimentos y de elementos de higiene para la prevención del Covid-19, acompañada con información sobre la pandemia en diversos idiomas”, dice Fernández.

“Migrar no solo es un derecho humano, sino que las migraciones son beneficiosas para las sociedades y configuran un factor de desarrollo cultural, económico y social. Esto queda particularmente demostrado en este contexto, donde encontramos numerosos ejemplos de trabajadores y trabajadoras migrantes desempeñando tareas esenciales para el funcionamiento de la vida cotidiana”, agrega. Y concluye: “Desde OIM agradecemos su compromiso y convocamos a toda la sociedad a reconocer también la labor de todas las personas migrantes en Argentina”.

Contactos útiles:

  • Comisión del Migrante de la DGN. De 9:00 a 17:00 en el mail: migrantes@mpd.gov.ar; o en el teléfono: 5070-3224.
  • Servicio Jesuita al Migrante: OFICINA CENTRAL: Calle Hipólito Yrigoyen 2025. CABA. Tel: (+5411) 4951-8028
  • Programa de apoyo a migrantes de la Cruz Roja Argentina: https://www.cruzroja.org.ar/migraciones/
  • Ayuda a migrantes /recepción de donaciones en Pilar: clubestrelladelpilar@gmail.com

Fuente: La Nación

Redacción: Sol Amay