#MigrarHaciaLoExtraordinario. Revista Aurora dedica su nueva publicación a la Migración Forzada

Fecha: 14 de agosto de 2020.

La CPAL acaba de publicar el #7 de la revista Aurora. Con el título de Migrando hacia lo extraordinario, la publicación recoge la experiencia, la palabra y las miradas sobre Migración Forzada y Covid desde distintas perspectivas y territorios. La mayor parte de los artículos reflejan muestras del apostolado en migración forzada que se articula en la Red Jesuita con Migrantes. Queremos agradecer los aportes de todas y todos.

Reproducimos aquí el texto de la presentación del número 7 de Aurora escrito por Rafa Moreno SJ, coordinador de la región CANA de la RJM. No dejen de leer y de difundir este número de la revista Aurora.

Para descargar AURORA#7 haz click aquí

PRESENTACIÓN DE AURORA #7: MIGRANDO HACIA LO EXTRAORDINARIO

Por Rafael Moreno s.j., COORDINADOR DE LA RJM CANA

Uno de los sectores más vulnerables y vulnerados por la pandemia es, sin duda, la población migrante necesitada de protección internacional. Los principales efectos negativos que está teniendo que soportar esta población, por causa del coronavirus y del aceleramiento y profundización de las diversas crisis que ha desatado, pueden ser los siguientes:

i) la inclusión de un nuevo riesgo al hecho de emigrar: el de ser contagiada durante el tránsito, en los albergues o campamentos donde se hospeda, en los centros de detención donde la encarcelan y en el proceso de deportación a la que la someten;

ii) la reducción al mínimo de la posibilidad de movilizarse, por haber sido cerradas la mayoría de las fronteras en América Latina y, en algunos países, suspendido el transporte interurbano;

iii) la dificultad de quedar atorada en su recorrido, en un limbo jurídico, sin tener recursos para sobrevivir ni apoyos gubernamentales que la subsidien;

iv) la disminución de la posibilidad de encontrar trabajo en el país de tránsito y destino o el incremento de despidos para quienes ya tenían empleo;

v) la creciente probabilidad de ser “desechada” en caso de desempeñar labores esenciales con alto riesgo de contagio, por no contar con la protección adecuada ni la atención sanitaria requerida;

vi) la reducción de su capacidad de enviar remesas a sus familiares, a pesar de que este apoyo es un componente esencial para su sobrevivencia;

y vii) el endurecimiento de las políticas migratorias de la mayoría de los gobiernos de la región, cada vez más reticentes a admitir inmigrantes o a reconocerles su derecho de refugio, y cada vez más violentos en la forma de rechazarlos.

A todos estos efectos se añade el creciente desafío de que, previsiblemente, en la gran mayoría de los países de la región y en los años porvenir, millares de personas sientan cada vez más la necesidad de emigrar para sobrevivir, experimenten mayor dificultad para hacerlo y menores probabilidades de lograrlo, por existir más factores para impedirlo.

Pero no todo es negativo; la pandemia está abriendo oportunidades en favor de las personas migrantes en cuanto que ha incrementado, en un sector de las comunidades de tránsito y destino, la conciencia de que los seres humanos somos interdependientes, tenemos un destino común y compartimos una misma casa que requiere de cuidado conjunto. Se está desarrollando una actitud de mayor hospitalidad y solidaridad con los migrantes y un creciente reconocimiento del aporte que están dando o pueden dar.

De ahí que el mismo creciente desafío, mencionado anteriormente, se puede convertir en una oportunidad para que tanto las personas migrantes como quienes las acompañamos seamos más creativas en la búsqueda, teórica y sobre todo práctica, de nuevas alternativas a la categoría jurídica del “refugio”, cada vez menos aplicada en nuestra región y que, en el mejor de los casos, ya es insuficiente ante la demanda presente y futura.

Todo lo anterior fundamenta porqué el número 7 de la Revista AURORA dedica sus páginas a reflexionar sobre las poblaciones forzadas a “Migrar hacia lo extraordinario”. AURORA quiere así contribuir para que nos sensibilicemos ante la grave situación de millares de personas obligadas a emigrar, para que desarrollemos actitudes y prácticas políticas solidarias y para motivarnos -también a los lectores- a emigrar personal y colectivamente hacia lo extraordinario: “a superar el egoísmo y abrirnos a la otredad contribuyendo en la construcción de un mundo justo e incluyente”.

Los artículos que componen este número tienen tres enfoques complementarios: los que nos ayudan a comprender la realidad del contexto migratorio en Venezuela, Colombia, Ecuador, Nicaragua, Costa Rica, Chile y México; los que nos invitan a “salir de nuestro propio amor, querer e interés” para emigrar hacia lo extraordinario; y los que nos facilitan este éxodo al reflexionar sobre la pandemia desde diferentes perspectivas: antropológica y religiosa, natural y social, y multidimensional.

El hilo conductor de todas ellas está explicitado en los tres pasos y la invitación propuestos por Javier Cortegoso al principio de su reflexión. El resultado esperado es que emprendamos nuestro propio éxodo asumiendo el modo de proceder que tiene la mayoría de las personas migrantes que acompañamos: salen apoyadas en lo mejor de sí mismas, se dirigen hacia una meta plena de esperanza, avanzan con la convicción de estar acompañadas, y protegidas por El Buen Pastor que cuida de sus ovejas.

 

Pandemia: Obispos argentinos visibilizan la situación de vulnerabilidad de los refugiados

Pandemia: Obispos argentinos visibilizan la situación de vulnerabilidad de los refugiados
La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes dió a conocer un mensaje por el Día Mundial del Refugiado que se conmemora el próximo sábado 20 de junio.

La Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes CEMI) expresó su deseo de visibilizar la situación de vulnerabilidad de refugiados y migrantes, en un mensaje por el Día Mundial del Refugiado que se conmemora el próximo sábado 20 de junio.

Los obispos que integran esta comisión invitaron a las personas, asociaciones sociales, empresas y al sector gubernamental a “mirar esta realidad y tomar medidas a favor de esta población, ahora y en la fase de pospandemia”.

En relación con el “después” de la crisis sanitaria, puntualizaron que migrantes y refugiados “necesitarán de todo nuestro apoyo en la reconstrucción de una vida digna, especialmente en lo económico y laboral, sobre todo para aquellos que han perdido el pan, el techo y el trabajo”.

Texto del comunicado
“Animarnos a motivar espacios donde todos podamos sentirnos convocados y permitirnos nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad.” Francisco, 27 de marzo de 2020.

La crisis mundial producida por la pandemia del Covid-19 ha afectado a toda la humanidad, pero especialmente a quienes ya se encontraban en situación de vulnerabilidad como son los refugiados, y las personas migrantes, especialmente a mujeres, niños, niñas y adolescentes. Forzados por diferentes motivos a abandonar sus lugares de origen, ahora se enfrentan además al virus y a la falta de medios adecuados para poder cuidarse y protegerse de esta enfermedad.

Muchos refugiados y migrantes se encontraban antes de la pandemia con una precaria situación laboral, habitacional y de salud.

Ahora, con esta “inesperada y furiosa tormenta”, en muchos casos no sólo perdieron sus trabajos, sino que también son víctimas de la falta de alimentos y de explotación laboral, con empleos temporales, precarios, mal pagos, sin la protección necesaria para prevenir contagios, quedando así más expuestos al contagio del virus.

Es así que la crisis del Covid-19 no hizo más que dejar más aún a la luz la frágil y difícil situación que ya existía para nuestros hermanos refugiados y migrantes.

En este 20 de junio, Día Mundial del Refugiado, la Comisión Episcopal de Migrantes e Itinerantes, desea visibilizar esta situación de vulnerabilidad e invitar a todas las personas, asociaciones sociales, empresas y al sector gubernamental a mirar esta realidad y tomar medidas en favor de esta población, ahora y en la fase de pospandemia, donde también necesitarán de todo nuestro apoyo en la reconstrucción de una vida digna, especialmente en lo económico y laboral, sobre todo para aquellos que han perdido el pan, el techo y el trabajo.

Por medio de la oración, pidamos a Dios tener una mirada compasiva y un corazón solidario, que reflejen los sentimientos del Corazón de Jesús; con este ánimo, acompañemos a nuestros hermanos refugiados. Como nos dice el Papa Francisco «Sólo podemos salir juntos de esta situación, como una humanidad unida… animados a motivar espacios donde todos podamos sentirnos convocados y permitirnos nuevas formas de hospitalidad, de fraternidad y de solidaridad.” (27 de marzo de 2020).

Informes: mail@cemi.org.ar y www.cemi.org.ar.+

 

 

Coronavirus en la Argentina. Los últimos en cruzar la frontera: cómo viven la cuarentena los migrantes

Migración

Alejandra prefiere escribir. Dice que si habla, llora . Cuando decidió viajar a la Argentina, venía a cumplir el sueño de reunirse con su hija y poder vivir en mejores condiciones. En Venezuela quedaron sus hermanos, un sobrino y otros seres queridos. Dejar todo eso atrás no fue sencillo. Y una vez que consiguió instalarse y comenzar a trabajar, pasó lo inesperado: pandemia por el coronavirus, cuarentena y la crisis que afecta a todo el mundo. Como ella, miles de migrantes que llegaron al país en busca de una vida digna vieron sus sueños truncados y la situación es cada vez más complicada.

“Cuando mi hija me compró el pasaje, era todo muy bonito. Pero a los 15 días todo cambió y mi vida se volvió un tormento. Estoy luchando para volver a mi país”, cuenta Alejandra por mensaje de WhatsApp. Hoy vive en un albergue que consiguió gracias al padre Julio Villavicencio, quien está a cargo del Servicio Jesuita al Migrante (SJM).

“Particularmente en este contexto de la pandemia los migrantes son una población invisibilizada. Los programas del Gobierno no están contemplando la situación de muchos migrantes. Además no tienen una red social. Es decir, viven lo mismo que los argentinos de menores ingresos, pero se le suman otras carencias como la dificultad para recibir asistencia del Estado, el idioma, la falta de red”, sostiene Villavicencio. “Nosotros vemos la situación y asistimos con alimento en lo posible, hospedaje. Y también estamos viendo muchas situaciones de estrés y de violencia. Y trabajamos con otras organizaciones, nos vamos ayudando”, detalla.

Para Jonathan Paine, la situación también es difícil. Este hombre de 45 años, oriundo de Venezuela, atravesó varios obstáculos hasta lograr llegar a la Argentina junto a su esposa. Poco antes de emprender el viaje, falleció su hija de 19 años. Otros dos hijos, de 26 y 21, quedaron allá. Jonathan y su mujer se instalaron primero en Perú. Luego continuaron viaje. Una vez aquí, un primo les dio alojamiento. Diseñador gráfico y mecánico de motos, en principio trabajó en una cadena de kioscos. Después pudo retomar su trabajo de mecánico, pero la pandemia frenó todas sus posibilidades. “Nunca imaginé que viviríamos algo así. Es fuerte y triste. Me afecta muchísimo porque no puedo trabajar, no puedo producir, no puedo visitar clientes para reparación de motos. Vivo con los poquitos ahorros que me traje de Perú y lo poco que tienen también mis primos. Hemos recibido ayuda alimentaria, gracias a Dios, de parte del Gobierno y de un amigo de Argentina”, cuenta. Consultado sobre cómo ve el panorama actual, dice: “Es difícil y desesperante. Pero seguimos adelante dando lo mejor de cada uno de nosotros y sobre todo agradeciendo todo el apoyo y abrigo que Argentina nos está dando”.

Solidaridad colectiva

Nadie entiende mejor lo duro que es dejar la tierra propia -por el motivo que sea- para instalarse en un nuevo país, que alguien que ya tuvo que vivir esta experiencia. Tal vez sea ese sentimiento el que empuja a la solidaridad entre colectividades. Así, al menos, se manifiesta hoy en los barrios de Pilar, donde comunidades de distintas nacionalidades elaboran ollas populares para ayudar a aquellos migrantes que se encuentran en una situación particularmente difícil por la pandemia y la consecuente cuarentena.

 

Ollas populares: así se ayudan entre sí las diferentes comunidades migrantes de la Argentina

“Un amigo carpintero me contó que, por la cuarentena, no podía trabajar y no tenía ni para comprar azúcar para el mate. Me pidió ayuda, como tengo la verdulería… Me dijo que después me pagaba. Le dije: ‘No hay problema, te doy una mano ahora. Algún día me faltará algo y vos tendrás la voluntad de devolverme la ayudita'”, cuenta Yair Nelson Coronado Chacón, de 31 años, miembro de la comunidad boliviana que vive en Pilar.

“Lo fui a ver, le llevé un surtido de frutas y verduras y le pregunté cómo estaba la gente en el barrio. Me dijo que muy mal. Que una amiga estaba cocinando para los abuelos y les llevaba la comida a sus casas. Pensé ‘qué mujer de gran corazón'”, dice Coronado. Y así fue como conoció a Lourdes “Luli” Vargas, miembro de la comunidad paraguaya. “Justo la agarramos con las ‘manos en la masa’, preparando chocolatada para los chicos. La gente venía con la botellita. La cargaban y se iban a las casas. Es increíble la solidaridad de esta señora. Nos sentamos a charlar. Le dije que le iba a colaborar, le llevé una bolsa de papa, cebolla, calabaza para que cocine. Y sigo colaborando”, detalla el joven. De allí surgió la idea de invitar a sus compatriotas a sumarse a la acción solidaria y hoy ambas comunidades desarrollan ollas populares en barrios carenciados de Pilar. “Ver a la gente cómo le cambia la cara porque se llevan el tuppercito con la comida a la casa es increíble. Les cambia la cara de preocupación que les ves en la fila. Saber que con un tuppercito les cambiamos el día es muy lindo”, dice Coronado.

Luli Vargas hace relevamiento de datos para enviarle al consulado paraguayo, de donde espera recibir ayuda para sus compatriotas en la Argentina. Mientras tanto, se encarga de las ollas populares móviles. “Recibimos mucho apoyo de los vecinos porque hay honestidad y compromiso en todos los que estamos en esta ayuda solidaria”, cuenta.

Conseguir trabajo y alimento en cuarentena es especialmente complejo para los migrantes

La escena se repite en varias zonas de la provincia de Buenos Aires, donde diferentes colectividades se organizan para ayudar a migrantes que ven sus posibilidades aún más restringidas debido a la emergencia sanitaria y sus consecuencias en el mercado laboral. “Hoy, para quienes recorremos los barrios donde el aislamiento pone en jaque la subsistencia de millones de familias, es común ver las manos de inmigrantes que preparan, cortan o sirven alimento a sus vecinos en las diferentes ollas populares, como expresión colectiva de resistencia y solidaridad”, explica Gonzalo Lantarón, especialista en temas de inmigración y refugio que se desempaña como director de Migrantes y Pluralismo Cultural del municipio bonaerense de Pilar.

Luli Vargas, oriunda de Paraguay, organiza ollas populares y donación de ropa para las personas con más necesidades en los barrios de Pilar

Trámites y ayuda

Uno de los principales obstáculos con los que se encuentra una persona que ingresa a un país es la necesidad urgente de regularizar su situación para poder conseguir trabajo. Cuando se estableció el aislamiento social obligatorio en la Argentina, surgió la necesidad de facilitar el trámite de la residencia precaria para aquellos migrantes que ingresaron poco antes del cierre de fronteras.

Por eso, desde el Gobierno se decidió posibilitar que el trámite se haga de manera digital. Esto permitió regularizar la situación de todo un flujo de inmigrantes recién llegados, provenientes sobre todo de Venezuela.

Jonathan Paine llegó con su esposa desde Venezuela y la cuarentena dificulta su posibilidad de trabajar

“Sin dudas el Covid-19, tanto de manera directa como a través de las medidas de contingencia tomadas por los distintos países, impacta de un modo más intenso en las personas migrantes”, dice a LA NACION Gabriela Fernández, jefa de Oficina de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) Argentina

“La ausencia de redes sociales de contención, las barreras lingüísticas en algunos casos y las dificultades administrativas configuran problemáticas específicas”, detalla, y añade que en estos colectivos hay una fuerte incidencia del trabajo informal o precario. “Desde OIM Argentina y junto a diversas organizaciones de migrantes y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación hemos llevado a cabo relevamientos para conocer las necesidades concretas y, en alianza con la Cruz Roja Argentina, hemos realizado una campaña de distribución de alimentos y de elementos de higiene para la prevención del Covid-19, acompañada con información sobre la pandemia en diversos idiomas”, dice Fernández.

“Migrar no solo es un derecho humano, sino que las migraciones son beneficiosas para las sociedades y configuran un factor de desarrollo cultural, económico y social. Esto queda particularmente demostrado en este contexto, donde encontramos numerosos ejemplos de trabajadores y trabajadoras migrantes desempeñando tareas esenciales para el funcionamiento de la vida cotidiana”, agrega. Y concluye: “Desde OIM agradecemos su compromiso y convocamos a toda la sociedad a reconocer también la labor de todas las personas migrantes en Argentina”.

Contactos útiles:

  • Comisión del Migrante de la DGN. De 9:00 a 17:00 en el mail: migrantes@mpd.gov.ar; o en el teléfono: 5070-3224.
  • Servicio Jesuita al Migrante: OFICINA CENTRAL: Calle Hipólito Yrigoyen 2025. CABA. Tel: (+5411) 4951-8028
  • Programa de apoyo a migrantes de la Cruz Roja Argentina: https://www.cruzroja.org.ar/migraciones/
  • Ayuda a migrantes /recepción de donaciones en Pilar: clubestrelladelpilar@gmail.com

Fuente: La Nación

Redacción: Sol Amay